Acariciaba lentamente el borde de la taza de café. Estaba ida. Estaba perdida. Estaba en sus pensamientos, aunque, más bien estaba entrando en cuestionamientos.
El famoso ¿Porqué? sin respuesta...
La lágrima recorriendo su mejilla y mezclándose entre su café, no eran suficiente desahogo...
Un grito en silencio.
Un café medio frío.
Un alma adolorida.
Y siempre una pregunta sin respuesta.
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